Fotografía digital, toma directa de cámara 35mm.
Buenos Aires es escenario de múltiples tendencias y estilos arquitectónicos,
desde el neogótico y el neoclásico hasta el art nouveau y art déco.
Eclecticismo, arquitectura moderna y contemporánea. Una ciudad de diversos
contrastes.
Juan nos lleva a explorar el urbanismo con un relato que desarticula el paisaje
estático, a presenciar la imagen popular transformada en una nueva dimensión
poética. Y a recorrer el proceso de arquitectura de la cultura y la contra
cultura con un relato de construcción en búsqueda de una propia identidad.
En su mirada está presente la incidencia de la luz y la agudeza de la narrativa
que vuelve al espectador una presencia silenciosa. Realiza un registro que
apela a lo sucedido en el pasado y a la imagen actual. Nos propone un acto de
imaginación a través de su visión de la arquitectura y el urbanismo, que
también convive con el de la memoria.
En cada imagen se propagan sus recuerdos y la cotidianidad inesperada: los
sujetos furtivos, construcciones heredadas por sucesivas generaciones y la
erosión del tiempo como particularidad de su testimonio más íntimo.
Se generan así múltiples situaciones que componen fotografías. La ciudad se
comporta como un escenario en donde a cada minuto suceden historias
diferentes.
Nos muestra como cada idiosincrasia interviene en nuestro ámbito para
expresar una singularidad que nos lleva a descubrir los códigos de las
distintas culturas, de los relatos de la vida cotidiana y del tiempo. Se
entrelazan de una manera que nos lleva a maravillarnos de la ciudad.
Nos invita como anfitrión a encontrar un lugar que nos es propio.
María Molina
de la serie DIARIO DE BUENOS AIRES
Fotografía digital, toma directa de cámara 35mm.
Buenos Aires es escenario de múltiples tendencias y estilos arquitectónicos,
desde el neogótico y el neoclásico hasta el art nouveau y art déco.
Eclecticismo, arquitectura moderna y contemporánea. Una ciudad de diversos
contrastes.
Juan nos lleva a explorar el urbanismo con un relato que desarticula el paisaje
estático, a presenciar la imagen popular transformada en una nueva dimensión
poética. Y a recorrer el proceso de arquitectura de la cultura y la contra
cultura con un relato de construcción en búsqueda de una propia identidad.
En su mirada está presente la incidencia de la luz y la agudeza de la narrativa
que vuelve al espectador una presencia silenciosa. Realiza un registro que
apela a lo sucedido en el pasado y a la imagen actual. Nos propone un acto de
imaginación a través de su visión de la arquitectura y el urbanismo, que
también convive con el de la memoria.
En cada imagen se propagan sus recuerdos y la cotidianidad inesperada: los
sujetos furtivos, construcciones heredadas por sucesivas generaciones y la
erosión del tiempo como particularidad de su testimonio más íntimo.
Se generan así múltiples situaciones que componen fotografías. La ciudad se
comporta como un escenario en donde a cada minuto suceden historias
diferentes.
Nos muestra como cada idiosincrasia interviene en nuestro ámbito para
expresar una singularidad que nos lleva a descubrir los códigos de las
distintas culturas, de los relatos de la vida cotidiana y del tiempo. Se
entrelazan de una manera que nos lleva a maravillarnos de la ciudad.
Nos invita como anfitrión a encontrar un lugar que nos es propio.
María Molina
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